jueves, 28 de febrero de 2013
XI Percy
Annabeth y yo pensamos en el mismo sátiro. Sí, no había ninguna duda. Él era el único capaz de meterse en una misión y con su flauta mágica, desatar la locura entre los monstruos. Dejad que me explique. No es que tenga poderes mágicos ni nada. No, es que toca tan horriblemente mal que te dan ganas de salir corriendo arrancándote los pelos con tal de no oír más aquella "melodiosa" canción infernal.
Cuando salimos del edificio, Annabeth y yo nos apartamos un poco y dijimos a la vez:
- ¡Grover!
- Sí, se supone que su novia Enebro espera que regrese hoy de su viaje por Europa, ¿no?
- Mm, espero que no haya cambiado a los semidioses por latas de refresco. A Quirón no le gustaría nada- Annabeth me dio un fuerte codazo en el abdomen- ¡Au!
- ¡Es tu amigo! Qué bobo eres sesos de alga. Grover es el mejor sátiro que he conocido.- Añadió indignada.
De pronto se oyó un chillido. Me di la vuelta y vi que era Enebro que iba a abrazar a alguien. Sí, Grover ya había llegado.
- ¡Mi chiquitín!- Gritó la dríada-. Te he echado de menos, cariñín.
Había adquirido una forma peculiar de acabar todas las palabras en "-ín". Como Ned Flanders.
- ¡Enebro! Yo también te he echado de menos.- Se besaron y por fin, Grover se pudo despegar de su novia.
- ¡Compañero!- Le dije-. ¿Qué tal?
- ¡Percy! Oh, veo que hay nuevos por aquí.- Sonrió-. Yo también traigo a algunos.
Detrás de él había tres chicos. Dos de ellos eran albinos y la otra era morenita. Todos estaban asombrados ante la espectacular vista que tenían ante ellos.
- Grover, esta es Laura, mi hermana - Les presenté-. Laura, Grover. Un sátiro hecho y derecho.
- Encantada.- Dijo ella.
- Lo mismo digo beeee.- Se tapó la boca con las manos-. Perdona, je, je. Bueno, estos son Gabriella, Fran y Diego. La chica es italiana y los chicos son españoles.
- ¿Sois españoles?- Dijo súbitamente Laura. Los chicos asintieron. Vaya preguntas. Si te acaban de decir que son españoles, ¿para qué preguntarlo otra vez?
- Percy, lo he repetido para asegurarme.- Dijo mi hermana con el ceño fruncido.
Me puse colorado y me toqué el pelo. Es lo que hago siempre que estoy nervioso, ¿vale? ¿Cómo es posible que me haya oído? Qué corte.
- Perdón.- Me disculpé.
Entonces Laura cambió a un lenguaje que no entendía muy bien, y se puso a hablar con los chicos.
- Es español, Percy. Soy de allí también.- Explicó.
- Vaya, quién lo hubiera dicho. Hablas muy bien en inglés.- Se sonrojó.
Entonces, rodeé con un brazo a Grover y con el otro a mi novia. Nos pusimos a andar.
Stephany y Laura se quedaron hablando y Enebro se fue en un pluf de hojas. Al rato, Stephany se encargó de hacer otra guía por el campamento a los tres chicos nuevos y mi hermana fue a hablar con Nico. Este parecía asombrado, como si ya conociese a Laura de antes. Qué raro. Volví la vista al frente y comencé a charlar con mis amigos.
LRA
domingo, 24 de febrero de 2013
X Stephany
Estaban todos los consejeros, Laura y yo alrededor de la
mesa de ping pong. Como Quirón y Rachel aun no llegaba, Leo cumplió su promesa
de intentar meter más lápices en la nariz del dormido Clovis que Buch. Connor y Travis planeaban su próxima broma,
que parece ser que iba hacia la cabaña de Afrodita, porque Piper se acercó a
ellos avisándoles de que lo que pasaría si lo intentaban si quiera. Clarisse se
cabreo con el de Apolo porque estaba cantando en voz alta, y se levantó para
intentar callarle.
Quirón llegó con Rachel al lado, que llevaba sus vaqueros
pintarrajeados y la camiseta naranja del campamento. Quirón puso orden, y todos
volvieron a su sitio. Buch le quitó los lápices a Clovis, y Leo se fue
refunfuñando hasta su sitio porque le había faltado poco para superar a Buch.
- Creo que todos sabéis porque estamos aquí. Rachel, por
favor.
Rachel asintió. Como seguramente ya había recitado antes, ya
se la sabía así que Laura no vio cómo se ponía nuestro Rachel cada vez que el oráculo
hablaba a través de ella. Menos mal, porque si no creo que le habría dado algo
por todo lo que había pasado hoy.
>>Tras el vuelo de las cigüeñas,
El cielo despertará y los seis semidioses
Sucumbirán a la luz o a la oscuridad
Tras la batalla final, el destino del
Olimpo
Se decidirá una vez más y el sátiro habrá
De guiar a los mestizos: dos hermanos del
agua,
Dos hermanas de la sabiduría, un hijo del
inframundo
Y un descendiente de las fraguas. <<
Todos se quedaron en silencio, reflexionando sobre lo que
podía significar aquella nueva profecía.
- Bueno, para empezar habrá que
descubrir quiénes son los mencionados en la profecía, ¿no? –sugirió Annabeth.
- Bueno, está claro que los hermanos del
agua son Percy y Laura –dijo Leo- El hijo del inframundo es Nico, obviamente.
- Y las hijas de la sabiduría son Annabeth
y Stephany –continuó Percy- Es decir, Quirón has llamado a Stephany a esta reunión
y Annabeth… bueno, es Annabeth. Y un descendiente de las fraguas… eso suena a
Hefesto, Leo. Podrías ser tú.
- ¡Genial! Estoy preparado para la acción.
- Entonces… estáis todos – dijo Clarisse.
- No. ¿Quién es el sátiro? –puntualizo Laura.
- Un sátiro... es cierto. Pues como que no
hay sátiros en el mundo. Podría ser hasta el entrenador Hedge –sugirió Piper.
- ¡No! –saltaron Percy y Annabeth a la vez,
pero fue Annabeth la que continuo hablando- Me cae bien en serio, pero no.
- Ya… no me sorprende – Leo se estaba
partiendo de risa, y yo no entendía nada. Por lo visto no era la única, ya que
todos salvo Annabeth y Percy, que habían enrojecido algo, y Piper parecían confundidos.
- Cállate, Leo –le dijo Piper, con los ojos
en blanco- En fin, volviendo al tema del sátiro…
- Ya se verá –habló Quirón, casi por primera
vez- Después de todo una profecía
siempre es enigmática, con cual todo se descubrirá solo en su debido momento.
Ahora sería mejor que fuéramos a cenar.
Salimos de Casa Grande, y mire a Laura. La verdad es que
parecía bastante tranquila. A lo mejor ya se había acostumbrado y todo a las
cosas raras que nos sucedían por aquí.
Leo se acercó a mí con una sonrisa que me volvía loca.
- Bueno… Parece que tú también vienes esta
vez.
- Parece ser.
- ¡Genial! Ya tengo a alguien que me ría
mis bromas. Realmente no eres como las demás hijas de Atenea que he conocido. Tú
te ríes más, lo que me gusta bastante.
- Gracias. Me gusta pensar que soy más
alegre que los demás.
- Oye, después de la fogata vente conmigo al
bunker 9. Hoy mismo terminare mi invento y quiero enseñártelo. ¿Vendrás?
- ¡Claro!
Entonces llegamos al comedor y cada uno se sentó en sus
respectivas mesas.
sábado, 23 de febrero de 2013
IX Laura
Nos levantamos del suelo y fuimos caminando a través del bosque. Yo iba al lado de Annabeth mientras que Percy ayudaba a Nico a caminar. Se encontraba mejor, pero no lo suficiente como para poder caminar solo, y dado que Percy era el más fuerte de los tres, le tocaba cargar con él. A ver, no es que Annabeth no tenga fuerza, pero le dejó a su novio esa tarea tan "ardua".
Yo tenía apenas unas magulladuras en la cara y los brazos. La verdad, después de aquel baño improvisado, me encontraba bastante bien. Lo mejor de todo, era que no me mojaba si yo no quería.
Llegamos rápidamente a la enfermería y atendieron a Nico. Le tumbaron en una camilla y le pusieron unguentos por el cuerpo. Yo me sentía un poco incordio porque no estaba haciendo nada, solo miraba. Annabeth estaba poniendo vendas a una chica de su cabaña y Percy... Bueno, él también estaba de pie en una esquina. Tranquilito.
- ¿Pasa algo?- Le pregunté.
- No soy precisamente un manitas.- Admitió.
Me reí. Tener a Percy como hermano mayor no era tan malo.
- Yo... No sé qué hacer. Me encuentro perdida.
- No te preocupes, nos pasa a todos. Ya verás como mañana lo asimilas todo mejor- Me cogió del hombro y me dijo en bajito-. Por cierto, lo has hecho genial ahí fuera.
- Gracias, pero también ayudaron Stephany y Nico.
- ¿Nico? Y, ¿qué hacías con él?- Añadió con tono socarrón.
- Am... Esto, yo estaba en el río cuando apareció por entre las sombras y estuvo, en cierto modo, consolándome.- Me empecé aponer roja.
- Mm... Eres la primera chica a la que se acerca que no sea alguna de sus hermanas. Eres privilegiada. Ahora puedes ser nuestra infiltrada y preguntarle cómo es posible que su pelo no se mueva un solo milímetro. Ni aunque se lo queme.
- Chicos, vamos a ver a Rachel.- Nos dijo Annabeth suavemente.
Percy y ella se agarraron de la mano y se besaron. Salimos de la enfermería los cuatro (Nico incluído) y nos dirigimos al edificio rojo que había en el centro del campamento. Stephany estaba sonriente en la puerta agarrando a un chico por el brazo, alto y delgado con el pelo negro rizado.
- Laura, este es Leo. Uno de los chicos más interesantes del campamento.
- Ohm, encantada.- Le dije.
- Un placer, mademoiselle.
- ¿Eres francés?- Pregunté. Steph le dio un codazo y se rio por lo bajo.
- No, de francés tengo lo que Nico de bronceado- Dijo riéndose. Vaya, qué gracioso-. No te ofendas, colega.
Nico le miró con el ceño fruncido y pasó de largo.
- ¿Qué he dicho?- Dijo Leo.
- Ya sabes que a veces no conectas bien el cerebro con la boca, querido- Añadió Stephany-
- Sí, bueno, y además, Nico siempre ha sido... diferente a todos los campistas. Va un poco a su bola. Pasa de los demás.- Dijo Leo.
- Eso es cierto, pasa de todos, menos de ti.- Me señaló mi amiga.
- ¿Yo? ¿Es que os habéis vuelto todos un poco majaretas o qué?
- Perdona, perdona. Es que es chocante ver a Nico entablar conversación con alguien. Es muy distante.- Añadió ella.
Solo quedábamos nosotros tres por entrar en el edificio rojo, así que fuimos a unirnos a Percy, Annabeth y Nico. En total, siete semidioses para escuchar una profecía.
LRA
Yo tenía apenas unas magulladuras en la cara y los brazos. La verdad, después de aquel baño improvisado, me encontraba bastante bien. Lo mejor de todo, era que no me mojaba si yo no quería.
Llegamos rápidamente a la enfermería y atendieron a Nico. Le tumbaron en una camilla y le pusieron unguentos por el cuerpo. Yo me sentía un poco incordio porque no estaba haciendo nada, solo miraba. Annabeth estaba poniendo vendas a una chica de su cabaña y Percy... Bueno, él también estaba de pie en una esquina. Tranquilito.
- ¿Pasa algo?- Le pregunté.
- No soy precisamente un manitas.- Admitió.
Me reí. Tener a Percy como hermano mayor no era tan malo.
- Yo... No sé qué hacer. Me encuentro perdida.
- No te preocupes, nos pasa a todos. Ya verás como mañana lo asimilas todo mejor- Me cogió del hombro y me dijo en bajito-. Por cierto, lo has hecho genial ahí fuera.
- Gracias, pero también ayudaron Stephany y Nico.
- ¿Nico? Y, ¿qué hacías con él?- Añadió con tono socarrón.
- Am... Esto, yo estaba en el río cuando apareció por entre las sombras y estuvo, en cierto modo, consolándome.- Me empecé aponer roja.
- Mm... Eres la primera chica a la que se acerca que no sea alguna de sus hermanas. Eres privilegiada. Ahora puedes ser nuestra infiltrada y preguntarle cómo es posible que su pelo no se mueva un solo milímetro. Ni aunque se lo queme.
- Chicos, vamos a ver a Rachel.- Nos dijo Annabeth suavemente.
Percy y ella se agarraron de la mano y se besaron. Salimos de la enfermería los cuatro (Nico incluído) y nos dirigimos al edificio rojo que había en el centro del campamento. Stephany estaba sonriente en la puerta agarrando a un chico por el brazo, alto y delgado con el pelo negro rizado.
- Laura, este es Leo. Uno de los chicos más interesantes del campamento.
- Ohm, encantada.- Le dije.
- Un placer, mademoiselle.
- ¿Eres francés?- Pregunté. Steph le dio un codazo y se rio por lo bajo.
- No, de francés tengo lo que Nico de bronceado- Dijo riéndose. Vaya, qué gracioso-. No te ofendas, colega.
Nico le miró con el ceño fruncido y pasó de largo.
- ¿Qué he dicho?- Dijo Leo.
- Ya sabes que a veces no conectas bien el cerebro con la boca, querido- Añadió Stephany-
- Sí, bueno, y además, Nico siempre ha sido... diferente a todos los campistas. Va un poco a su bola. Pasa de los demás.- Dijo Leo.
- Eso es cierto, pasa de todos, menos de ti.- Me señaló mi amiga.
- ¿Yo? ¿Es que os habéis vuelto todos un poco majaretas o qué?
- Perdona, perdona. Es que es chocante ver a Nico entablar conversación con alguien. Es muy distante.- Añadió ella.
Solo quedábamos nosotros tres por entrar en el edificio rojo, así que fuimos a unirnos a Percy, Annabeth y Nico. En total, siete semidioses para escuchar una profecía.
LRA
viernes, 22 de febrero de 2013
VIII Stephany
Bueeeeno, como el otro era cortito y este ya es normal, he encontrado un par de videos con fanarts de Percy. ¡Espero que os guste!
No, no me había atacado otro monstruo. Si ya claro, menudo
día. Primero las gorgonas, luego el minotauro… ¿y ahora qué? ¿Medusa, ya que
estamos? No, no, a mí no me habían atacado más. Pero a Leo sí. Probablemente el
minotauro le habría atacado y luego ido a por mí, o habría sido otro monstruo,
vete tú a saber. Realmente ya me dirigía a pedir ayuda cuando escuche unos
gemidos. El pobre estaba casi inconsciente al lado de un árbol, con su cinturón
de herramientas brillando, de donde probablemente habría sacado algo para
defenderse.
Me acerque a él con cuidado, procurando no moverle. No parecía
tener heridas abiertas, pero seguro que se había dado un buen golpe. ¿Qué iba a
hacer? No podía dejarle solo. No quería gritar, a lo mejor había algún monstruo
cerca. Y mucho menos llamar a alguien con el móvil, claro. Ains… al final
decidí quedarme con él hasta que despertara o alguien viniera a buscarnos. Pero
me preocupaba que algún monstruo nos sorprendiera, yo seguía desarmada y el
inconsciente.
Al final fue Nisa, una hermana de Leo, quien nos encontró.
- ¿Qué os ha pasado? – dijo, preocupada.
- A mí un minotauro. Laura y Nico me ayudaron. Yo fui a
buscar ayuda, pero he encontrado a Leo aquí. No sé qué le ha pasado.
- Vale, vale. Voy a buscar a Quirón. Quédate aquí.
- ¡Eh, espera, Nisa! –la pare antes de que se fuera.
- Estoy desarmada, ¿llevas algún cuchillo encima?
- Claro, toma –dijo entregándome un aparato con varios
botones- es mágico, solo dale al botón naranja y será un cuchillo. Rojo, espada
y azul, arco.
- Gracias.
- Nada. Enseguida estoy aquí.
Me quede sola de nuevo con Leo. Me senté a su lado y mire el
cielo. Empezaba a oscurecer, y, sinceramente, el bosque de noche da miedo. Es
decir, cuando jugamos a capturar la bandera o vas con tus amigos, pues guay.
Pero si estás sola, con un chico inconsciente, solo armada con un cuchillo y
cansada, pues la verdad, es bastante terrorífico.
Al poco rato, Leo empezó a abrir los ojos.
- Eh… hola
- Hola. Menos mal que te has despertado. Me estabas
preocupando.
- ¡Ahhh! Mi cabeza…
- No te muevas, te habrás dado un buen golpe.
- No te preocupes, estoy bien –dijo, incorporándose- ¿Qué ha
pasado? ¿Cuánto llevo inconsciente?
- No lo sé bien. Nisa ha ido a por ayuda. A mí me ha atacado…
- ¡El minotauro! Eso es, me ataco un minotauro. Estaba yendo
al bunker 9 ha terminar mi invento cuando me ataco. Supongo que debí de
parecerle aburrido cuando me quede inconsciente, porque si no, me habría
matado.
- En realidad, me atacó a mí. Yo simplemente paseaba, cuando
me lo encontré.
- Lo siento.
- ¿Por?
- Podría haberle vencido, pero me pilló de sorpresa.
- Eh, tranqui. Si no fuera por Laura y Nico, probablemente
yo si estaría muerta. Tú por lo menos pudiste hacer algo con tu cinturón. Yo
iba completamente desarmada.
- Pensaba que siempre llevabas un cuchillo encima. O tu brazalete
ese raro…
- El cuchillo lo llevo en la mochila para emergencias. El
brazalete azul, lo llevo casi siempre, pero me lo deje en la cabaña.
- ¡Quirón, están aquí! –la voz de Nisa interrumpió nuestra
conversación.
- Gracias a los dioses. ¡Seguís vivos los dos! – anunció (no
sin un poco de guasa) Clarisse. La verdad es que a veces no era tan mala.
Bueno, después de todo pertenecíamos al mismo mundo.
- Sí, gracias Clarisse. Seguimos vivos.
Quirón nos miraba pensativo.
- Será mejor que vayáis a la enfermería. Los demás también están
allí. Luego tendremos la reunión.
Todos asentimos. Clarisse y Nisa ayudaron a levantarse
a Leo, aunque con una de las dos habría sido suficiente, y le devolví el
aparato que no había necesitado a Nisa. Luego nos dirigimos todos a la
enfermería.jueves, 21 de febrero de 2013
VII Laura
Empecé a hacer pequeños remolinos flotantes que formaban figurillas como osos, lobos o búhos.
- Increíble.- Susurró Nico.
Le miré extrañada.
- Acabas de descubrir que eres hija de Poseidón y ya sabes ejercer poder sobre el agua. Hasta Percy tardó más.
- ¿Te refieres a las formas que creo? Sí, bueno, de hecho, ya lo hacía desde pequeña, pero lo mantenía en secreto. No sé, pensé que si lo decía parecería un bicho raro.- Le expliqué.
- ¿Bicho raro?- Se rio-. ¿Y se lo dices a un chico que viaja al inframundo?
- Bueno, dicho así...- Empecé a reirme cuando de repente, escuchamos un grito en el bosque.
Nos levantamos y corrimos hacia el grito. Corrimos tras el sonido, esquivando árboles y arbustos hasta que encontramos a Stephany. Fue ella la que pegó el grito. Había un enorme monstruo con cuernos en frente de nosotros. Mi amiga le esquivaba como podía, pero no podía herirle. Me quité el anillo instintivamente para ver cómo se tornaba en mi espada y atacar a aquel monstruo. Nico desenfundó su espada negra y arremetió contra el monstruo. Le hizo algunos cortes, pero no logró acabar con él. Pronto aquel toro enorme le clavó el cuerno en el costado de Nico. Empezó a gritar de dolor y cayó al suelo. Mierda, ahora solo estábamos Stephany y yo. Y solo yo tenía arma.
- Oye, Steph, ¿por qué no te dejo el arma y le das tú?
- Ni lo pienses, soy pésima con espadas. Mi fuerte son los cuchillos.
Me mordí el labio inferior y me acerqué al monstruo. Le ataqué por el falco derecho y conseguí herirle un poco, pero pareció no notarlo. Me empujó contra un árbol y empecé a ver borroso. Me levanté con dificultad del suelo. Tenía las manos magulladas. Así el arma y me volví a acercar al toro. Por suerte, Stephany estaba entreteniéndolo. Era ágil. Me acerqué sigilosamente por detrás y le clavé la espada en la columna. El monstruo aulló de dolor y cayó de rodillas. Giró la cabeza tan rápidamente que salí despedida por uno de sus cuernos, que me hirió en el muslo. El monstruo se deshizo en polvo y mi espada cayó al suelo.
Rodé sobre el musgo con estrépito. Me encontraba fatal. Me dolía todo el cuerpo.
- ¡Laura! - Mi amiga vino y se me acercó-. ¿Estás bien? Tengo que encontrar a alguien. ¡Ayuda! Nico está inconsciente.
Me concentré en llamar a Percy. Quizá fuese algún otro poder guay el de poder llamarse entre hermanos. Me concentré todo lo que pude y con las únicas fuerzas que me quedaban.
No sucedió nada. Me cachis.
- Stephany, ve a avisar a alguien. Yo me quedo cuidando de Nico. No estoy... tan mal.- La herida del muslo seguía sangrando.
- Está bien, no tardo.- Y salió corriendo, pese a que odiaba correr.
Fui deslizándome por el suelo hasta el cuerpo inerte de Nico. Estaba más pálido aún de lo que acostumbraba a estar y la camiseta negra que llevaba estaba pegajosa. Se la levanté con cuidado para examinar la herida y vi que tenía una herida bastante profunda en el estómago. Intenté taponarle la herida con las manos, y observé que volvía a llevar el anillo. Magia, pensé.
Eso era. Ya está. Me concentré en el río que había cerca. Al fin y al cabo, apenas estaba a unos metros, y las filtraciones de agua eran bastante abundantes. Cerré los ojos, me concentré y sentí un tirón en el estómago. El agua del río vino hacia mí y dejé que nos empapase lentamente. A mí me cerró la herida del muslo al instante y me fortaleció considerablemente. A Nico, apenas le limpió la herida. Jope, solo funcionaba conmigo. Esperé a que viniese Stephany, pero estaba tardando mucho, ¿qué pasaba? De pronto se oyeron unas pisadas a nuestras espaldas. Eran Percy y Annabeth.
- Oh, gracias a los Dioses. Habéis venido.
- Sí, no sé cómo, pero he sentido que tú...- Me dijo Percy.
- Llamada, sí. Funcionó.- Sonreí a mis adentros.
- ¡Nico!- Exclamó Annabeth-. ¿Qué ha pasado Laura?
- Pues, escuchamos un grito de Stephany y fuimos a ayudarla. Estaba desarmada y con un toro-monstruo persiguiéndola. A Nico le clavó un cuerno en el estómago cuando arremetió contra él y a mí en el muslo cuando cubría a mi amiga, pero al final conseguí clavarle la espada y se deshizo.- Todo esto, lo contaba mientras Annabeth le daba como una especie de pastel a Nico. La herida empezó a cicatrizarse.
- Annabeth, ¿qué hacía un minotauro en el campamento?- Preguntó Percy.
- Están pasando cosas muy extrañas últimamente. - Nico abrió los ojos y se reincorporó tosiendo-. Ten, Laura.- Me tendió un trozo de pastel.
- ¿Y para qué sirve?- Le pregunté.
- Sirve para sanar.
- Pero si estoy bien.- Le dije.
- Acabas de decirnos que el minotauro te hirió en el muslo, ¿no?
- Ehm... Sí, pero me curé la herida.
- ¿Cómo?- Preguntó Pecy.
- Bueno, convoqué al agua del río y las heridas empezaron a sanar en el instante en el que mi piel tocó el agua.
Percy sonrió:
- ¡A que mola! Ese es mi truco favorito. El agua nos fortalece. Ventajas de ser el hijo del dios del mar.
- Siento aguaros la fiesta, pero, ¿y Stephany? Dijiste que estaba contigo, debería haber vuelto ya. Está anocheciendo.
- Fue a buscar ayuda, pero hace mucho que no viene, ¿qué le habrá pasado?
LRA
- Increíble.- Susurró Nico.
Le miré extrañada.
- Acabas de descubrir que eres hija de Poseidón y ya sabes ejercer poder sobre el agua. Hasta Percy tardó más.
- ¿Te refieres a las formas que creo? Sí, bueno, de hecho, ya lo hacía desde pequeña, pero lo mantenía en secreto. No sé, pensé que si lo decía parecería un bicho raro.- Le expliqué.
- ¿Bicho raro?- Se rio-. ¿Y se lo dices a un chico que viaja al inframundo?
- Bueno, dicho así...- Empecé a reirme cuando de repente, escuchamos un grito en el bosque.
Nos levantamos y corrimos hacia el grito. Corrimos tras el sonido, esquivando árboles y arbustos hasta que encontramos a Stephany. Fue ella la que pegó el grito. Había un enorme monstruo con cuernos en frente de nosotros. Mi amiga le esquivaba como podía, pero no podía herirle. Me quité el anillo instintivamente para ver cómo se tornaba en mi espada y atacar a aquel monstruo. Nico desenfundó su espada negra y arremetió contra el monstruo. Le hizo algunos cortes, pero no logró acabar con él. Pronto aquel toro enorme le clavó el cuerno en el costado de Nico. Empezó a gritar de dolor y cayó al suelo. Mierda, ahora solo estábamos Stephany y yo. Y solo yo tenía arma.
- Oye, Steph, ¿por qué no te dejo el arma y le das tú?
- Ni lo pienses, soy pésima con espadas. Mi fuerte son los cuchillos.
Me mordí el labio inferior y me acerqué al monstruo. Le ataqué por el falco derecho y conseguí herirle un poco, pero pareció no notarlo. Me empujó contra un árbol y empecé a ver borroso. Me levanté con dificultad del suelo. Tenía las manos magulladas. Así el arma y me volví a acercar al toro. Por suerte, Stephany estaba entreteniéndolo. Era ágil. Me acerqué sigilosamente por detrás y le clavé la espada en la columna. El monstruo aulló de dolor y cayó de rodillas. Giró la cabeza tan rápidamente que salí despedida por uno de sus cuernos, que me hirió en el muslo. El monstruo se deshizo en polvo y mi espada cayó al suelo.
Rodé sobre el musgo con estrépito. Me encontraba fatal. Me dolía todo el cuerpo.
- ¡Laura! - Mi amiga vino y se me acercó-. ¿Estás bien? Tengo que encontrar a alguien. ¡Ayuda! Nico está inconsciente.
Me concentré en llamar a Percy. Quizá fuese algún otro poder guay el de poder llamarse entre hermanos. Me concentré todo lo que pude y con las únicas fuerzas que me quedaban.
No sucedió nada. Me cachis.
- Stephany, ve a avisar a alguien. Yo me quedo cuidando de Nico. No estoy... tan mal.- La herida del muslo seguía sangrando.
- Está bien, no tardo.- Y salió corriendo, pese a que odiaba correr.
Fui deslizándome por el suelo hasta el cuerpo inerte de Nico. Estaba más pálido aún de lo que acostumbraba a estar y la camiseta negra que llevaba estaba pegajosa. Se la levanté con cuidado para examinar la herida y vi que tenía una herida bastante profunda en el estómago. Intenté taponarle la herida con las manos, y observé que volvía a llevar el anillo. Magia, pensé.
Eso era. Ya está. Me concentré en el río que había cerca. Al fin y al cabo, apenas estaba a unos metros, y las filtraciones de agua eran bastante abundantes. Cerré los ojos, me concentré y sentí un tirón en el estómago. El agua del río vino hacia mí y dejé que nos empapase lentamente. A mí me cerró la herida del muslo al instante y me fortaleció considerablemente. A Nico, apenas le limpió la herida. Jope, solo funcionaba conmigo. Esperé a que viniese Stephany, pero estaba tardando mucho, ¿qué pasaba? De pronto se oyeron unas pisadas a nuestras espaldas. Eran Percy y Annabeth.
- Oh, gracias a los Dioses. Habéis venido.
- Sí, no sé cómo, pero he sentido que tú...- Me dijo Percy.
- Llamada, sí. Funcionó.- Sonreí a mis adentros.
- ¡Nico!- Exclamó Annabeth-. ¿Qué ha pasado Laura?
- Pues, escuchamos un grito de Stephany y fuimos a ayudarla. Estaba desarmada y con un toro-monstruo persiguiéndola. A Nico le clavó un cuerno en el estómago cuando arremetió contra él y a mí en el muslo cuando cubría a mi amiga, pero al final conseguí clavarle la espada y se deshizo.- Todo esto, lo contaba mientras Annabeth le daba como una especie de pastel a Nico. La herida empezó a cicatrizarse.
- Annabeth, ¿qué hacía un minotauro en el campamento?- Preguntó Percy.
- Están pasando cosas muy extrañas últimamente. - Nico abrió los ojos y se reincorporó tosiendo-. Ten, Laura.- Me tendió un trozo de pastel.
- ¿Y para qué sirve?- Le pregunté.
- Sirve para sanar.
- Pero si estoy bien.- Le dije.
- Acabas de decirnos que el minotauro te hirió en el muslo, ¿no?
- Ehm... Sí, pero me curé la herida.
- ¿Cómo?- Preguntó Pecy.
- Bueno, convoqué al agua del río y las heridas empezaron a sanar en el instante en el que mi piel tocó el agua.
Percy sonrió:
- ¡A que mola! Ese es mi truco favorito. El agua nos fortalece. Ventajas de ser el hijo del dios del mar.
- Siento aguaros la fiesta, pero, ¿y Stephany? Dijiste que estaba contigo, debería haber vuelto ya. Está anocheciendo.
- Fue a buscar ayuda, pero hace mucho que no viene, ¿qué le habrá pasado?
LRA
VI Stephany
¡¡Lo siento, es un poco corto!! ¡Cuando me toque subir la proxima vez intentare que sepa más largo!
-Vale, vale, jajaja. Annabeth me ha dicho que tú
y tu amiga venís a la reunión a escuchar la nueva profecía.
-Sep.
-¡Genial! Buch me ha retado a que meta más lápices
en la nariz de Clovis que él, espero que este preparado para la derrota. Luego
nos vemos, todavía quiero terminar un invento que he dejado a medio hacer. ¡Nos
vemos!
-Chao.
Vi a Laura salir disparada de su cabaña y comprendí que
necesitaba espacio. Todos lo necesitábamos al llegar. Demasiada información en
demasiado poco tiempo para las vidas normales que llevábamos. Después te
acostumbras a cosas imposibles. Podrían decirte que alguien ha hecho explotar
tu cama, o que tu mascota puede hablar, pero solo si le das de comer carne
asada el resto de sus días, que probablemente solo te encogerías de hombros y dirías:
“Vale, guay”.
Pero si eres nuevo… bueno, es muy complicado. Y depende
mucho de lo que haya pasado para que te enteres. La mayoría es algo
sobrenatural que no te esperabas. Pocos han llegado y han dicho: “Hola, me ha
dicho mi madre/padre que soy un semidiós. Enseñadme a pelear”.
-Anda, tú por aquí, Stephany –dijo una voz a mi
espalda- Había escuchado que alguien había traído a una nueva, pero no sabía
que habías sido tú.
-Sí, he sido yo –me di la vuelta y vi a Leo- Una
hija de Poseidón. Se llama Laura, es mi mejor amiga.
- Uau, Poseidón. Los tres grandes, genial –sus ojos
marrones brillaban- Pero, ¿tu mejor amiga? ¿Y no la detectaste antes?
-Oye, que no soy un sátiro.
Me quede sola de nuevo. No me apetecía ir a la cabaña, así
que di un paseo por el bosque.
Pensaba en cómo me reconocieron a mí. Mi padre no sabía que
era hija de Atenea, por lo menos hasta ese momento. Estabamos en el parque de
atracciones, un caluroso día de verano. Estabamos él y yo, con su novia, Sara.
Habíamos salido de la montaña rusa, Sara un poco verde, y mi padre y yo riendo
como locos. Nos dirigíamos hacia una cafetería cuando apareció un ciclope, más
bien joven. ¿Qué que hacia allí? Ni idea. Parecía perdido o hambriento. La
gente lo tomaba como uno de esos muñecos que se pasean por el parque. Pero al
verme se puso furioso. Empezó a perseguirnos, a mi padre y a mí. Nos recorrimos
la mitad del recinto, hasta que no pudimos más. Entonces una chica (de Hécate,
descubriría más tarde) lanzó un par de hechizos y se deshizo el monstruo. Me
preguntó un par de cosas, y en medio del interrogatorio, una lechuza plateada
brillo en mi cabeza. Era el símbolo de Atenea. Así que mi padre lo supo, y
desde entonces cada vez que me encontraba con un monstruo mi padre se pone de
los nervios.
Supongo que iba demasiado distraída para pensar en eso, por
que cuando me di cuenta, me había adentrado demasiado en el bosque, e iba
desarmada. Di la vuelta para volver, pero me encontré cara a cara con un
monstruo.
Pececito Rosa
Pececito Rosa
martes, 19 de febrero de 2013
V Laura
- Mamá, estoy bien, siento no haberte llamado antes, es que... Esto es de locos, no te lo vas a creer.
- Cariño, ya lo sé todo. Quirón me ha puesto al tanto.
-¿Cómo?
- Tenemos muchas cosas de las que hablar, pero ahora mismo no sé si es el momento. Aún no estás preparada para...
- ¿Lo sabías y nunca me dijiste nada?- Le dije enojada.
- Cielo, tu padre y yo no queríamos hacerte daño.
- ¿Mi padre? ¿Quién, Poseidón o Freedy?
- Verás, Poseidón y yo nos conocimos en un campeonato de natación. Nos enamoramos y te tuvimos a ti. al poco de nacer, él se tuvo que ir, y para no criarte sola me casé con Freedy, padre de tu hermanita Julia. Al poco de nacer tu hermana pequeña tu padre biológico volvió. Volvía todos los veranos a una playa muy especial, Cabo de...
- Gata - Todas las piezas encajaron de repente-. El tío Peter era Poseidón.- Sonó muy mal para mí.
- Lo sentimos mucho.
-Tranquila, creo... creo que lo tengo que ir asimilando...
Colgué y le di el teléfono a Stephany. Me dirigí a la cabaña 3 y cogí el rotulador. Lo destapé y observé la hoja del arma. Era bastante inestable en mi mano y no podía equilibrarla bien. Volví a taparla y dejé el rotulador sobre la mesilla. Coloqué algunas cosas cuando entró Percy.
- Vaya, has recogido todo. Gracias.
Me dirigí a mi mesilla de nuevo y me di cuenta de que había algo allí que no estuvo antes: una pequeña cajita azul.
- Percy, ¿es esto tuyo?- Le indiqué la cajita.
- Ehm, no - Vino hacia mí y la observó-. Creo que es tuya. Pone "LAURA".
- ¿En serio?- La destapé y vi que en su interior se encontraba un anillo de plata con una fila de pequeños diamantillos azules. Había una nota adjunta.
- ¿Qué pone?- Preguntó Percy.
- "Espero que me perdones". ¿Es esto una broma?
- Reconozco ese olor. Es... de nuestro padre, Laura.
Cogí el anillo vi cómo se convertía poco a poco en una espada, bueno, mejor dicho, la espada. Era aquella espada con la empuñadura de plata y la hoja de color turquesa que reflejaba las olas. Volvió a transformarse en anillo y me lo puse en el dedo anular de la mano izquierda.Creo que todo esto me estaba sobrepasando, me estaba agobiando mucho. La cabeza me iba a explotar de un momento a otro.
Annabeth se personó en la cabaña también.
- Percy, recuerda que esta tarde tenemos que reunirnos para escuchar la nueva profecía. Tu hermana puede venir también.
- ¿Qué?- Pregunté.
- Esto... Rachel, nuestra oráculo ha redactado una nueva profecía. Y según Annabeth, tú también estás en ella.
La vista se me empezó a nublar y salí corriendo de allí. Solo quería alejarme de todo aquello y volver a la realidad. Corrí por el campamento hacia el bosque. Me crucé con Stephany, pero entendió que necesitaba desahogarme y me dejó ir. Seguí corriendo por el bosque hasta llegar a un pequeño río. Me senté en la orilla a respirar con tranquilidad e intentar no agobiarme.
Estaba al borde del sollozo, pero me contuve. Oí a alguien a mis espaldas. Era Nico.
- ¿Estás bien?
Le miré a los ojos. Eran completamente oscuros.
- Me va a explotar la cabeza. Demasiada información.
- Ya, a mi me pasó lo mismo. Pero acabarás superándolo, ya verás.
- Pf, eso espero.
Se sentó a mi lado y me concentré en el agua del río.
LRA
- Cariño, ya lo sé todo. Quirón me ha puesto al tanto.
-¿Cómo?
- Tenemos muchas cosas de las que hablar, pero ahora mismo no sé si es el momento. Aún no estás preparada para...
- ¿Lo sabías y nunca me dijiste nada?- Le dije enojada.
- Cielo, tu padre y yo no queríamos hacerte daño.
- ¿Mi padre? ¿Quién, Poseidón o Freedy?
- Verás, Poseidón y yo nos conocimos en un campeonato de natación. Nos enamoramos y te tuvimos a ti. al poco de nacer, él se tuvo que ir, y para no criarte sola me casé con Freedy, padre de tu hermanita Julia. Al poco de nacer tu hermana pequeña tu padre biológico volvió. Volvía todos los veranos a una playa muy especial, Cabo de...
- Gata - Todas las piezas encajaron de repente-. El tío Peter era Poseidón.- Sonó muy mal para mí.
- Lo sentimos mucho.
-Tranquila, creo... creo que lo tengo que ir asimilando...
Colgué y le di el teléfono a Stephany. Me dirigí a la cabaña 3 y cogí el rotulador. Lo destapé y observé la hoja del arma. Era bastante inestable en mi mano y no podía equilibrarla bien. Volví a taparla y dejé el rotulador sobre la mesilla. Coloqué algunas cosas cuando entró Percy.
- Vaya, has recogido todo. Gracias.
Me dirigí a mi mesilla de nuevo y me di cuenta de que había algo allí que no estuvo antes: una pequeña cajita azul.
- Percy, ¿es esto tuyo?- Le indiqué la cajita.
- Ehm, no - Vino hacia mí y la observó-. Creo que es tuya. Pone "LAURA".
- ¿En serio?- La destapé y vi que en su interior se encontraba un anillo de plata con una fila de pequeños diamantillos azules. Había una nota adjunta.
- ¿Qué pone?- Preguntó Percy.
- "Espero que me perdones". ¿Es esto una broma?
- Reconozco ese olor. Es... de nuestro padre, Laura.
Cogí el anillo vi cómo se convertía poco a poco en una espada, bueno, mejor dicho, la espada. Era aquella espada con la empuñadura de plata y la hoja de color turquesa que reflejaba las olas. Volvió a transformarse en anillo y me lo puse en el dedo anular de la mano izquierda.Creo que todo esto me estaba sobrepasando, me estaba agobiando mucho. La cabeza me iba a explotar de un momento a otro.
Annabeth se personó en la cabaña también.
- Percy, recuerda que esta tarde tenemos que reunirnos para escuchar la nueva profecía. Tu hermana puede venir también.
- ¿Qué?- Pregunté.
- Esto... Rachel, nuestra oráculo ha redactado una nueva profecía. Y según Annabeth, tú también estás en ella.
La vista se me empezó a nublar y salí corriendo de allí. Solo quería alejarme de todo aquello y volver a la realidad. Corrí por el campamento hacia el bosque. Me crucé con Stephany, pero entendió que necesitaba desahogarme y me dejó ir. Seguí corriendo por el bosque hasta llegar a un pequeño río. Me senté en la orilla a respirar con tranquilidad e intentar no agobiarme.
Estaba al borde del sollozo, pero me contuve. Oí a alguien a mis espaldas. Era Nico.
- ¿Estás bien?
Le miré a los ojos. Eran completamente oscuros.
- Me va a explotar la cabeza. Demasiada información.
- Ya, a mi me pasó lo mismo. Pero acabarás superándolo, ya verás.
- Pf, eso espero.
Se sentó a mi lado y me concentré en el agua del río.
LRA
lunes, 18 de febrero de 2013
IV Stephany
Después de la comida, me reuní de nuevo con Laura.
- Deberías llamar a tu madre. Estará preocupada por ti. Los teléfonos
no están permitidos, por que llamar es peligroso para nosotros, pero los de
Hermes tienen siempre alguno.
- Si es tan peligroso, ¿no podría mandarle un correo o algo?
- Es igual de peligroso, navegar por internet y tal, pero
este campamento está protegido. No te preocupes. Toma, por ahora utiliza el
mío.
Le deje espacio para que hablara. Yo también debería llamar
a mi padre. Pero si le decía que me habían atacado unos monstruos en el
colegio, se preocuparía. Pensándolo bien estaría más preocupado si no llamo, creerá
que he desaparecido.
- Gracias – Laura interrumpió mis pensamientos- Ya he
terminado. Tú has llamado a casa.
- Emm, aun no. Luego llamaré a mi padre. En fin, ¿me parece
que durante la pelea ya te han dado un arma no?
- ¿Esto? –Preguntó sacando el rotulador- Solo es un rotu.
- Ya,-sonreí- destápalo.
- ¡Uau! ¿Pero qué…? – dijo, mirando perpleja la espada que
sostenía.
- Es magia. Todos los semidioses debemos tener un arma, por
si acaso nos atacan como hoy. Los cuchillos son fáciles de ocultar, pero… las
espadas es un poco más complicado. Y ya no te cuento los escudos. Por eso los
disfrazamos con magia. Pueden ser rotus, pulseras, peinetas, bolígrafos… Percy
tiene a Contracorriente en forma de bolígrafo. Además una ventaja de las armas “camufladas”
es que es imposible perderlas.
- Ahh... guay.
- Durante la comida habrás visto las mesas. Verás que todas
tienen sus “peculiaridades”. Consejo: no te metas con los de Ares. En serio, no
quieres tener problemas con ellos, por lo menos no hasta que sepas
defenderte. Cuidadito con las bromas de
los de Hermes. Si algún día te gastan una broma, no dudes, es alguno de la
cabaña 11. No entres nunca en la cabaña 15, Hipnos. Te dormirías y, créeme, es
más peligroso de lo que parece. ¡Ah! Y no ensucies el bosque. Las dríadas se
cabrean y si tiras algo un día de estos encontrarías tu cama llena de
porquería. Deberías ir con Percy, supongo que Piper está empezando la
inspección. Y ya lo último. Si toca a alguien de la cabaña de Afrodita, limpia
muy bien, son los más quisquillosos y quisquillosas. Salvo quizá Piper, pero no
creas.
- Vale, casi casi que necesitaría un cuaderno.
- Tranquila. Ahora me voy con mi cabaña, después de todo hay
un horario y antes tengo que llamar a mi padre. Nos vemos luego, ¿vale?
- Claro.
Antes de llegar a mi cabaña, saqué el móvil y llame a mi
padre.
Un timbre… dos… tr…
- ¡Stephany! Por fin. ¿Sabes cuánto rato llevo esperando que
me llamaras? No volvías del instituto. ¿Qué ha pasado?
- Lo siento, papa. Hubo un problema durante la clase de
biología y…
- Si, si me he enterado. Me lo temía. Dicen que ha habido un
escape de gas en tu clase o algo así. Los encontraron a todos dormidos.
- Sí. Cosas de monstruos.
- ¿Dónde estás ahora?
- En el campamento.
Creo… creo que me quedare por aquí un tiempo. Por si acaso, ya sabes.
Mi padre se quedó un rato en silencio.
- Claro, llámame si hay alguna novedad.
- Vale, nos vemos, papa. Un beso.
- Besos.
Colgué. Mi padre debería empezar a acostumbrarse a los
monstruos.
Pececito Rosa
domingo, 17 de febrero de 2013
III Laura
Después de haber hecho el recorrido turístico por el Campamento Mestizo, Stephany me dejó en la cabaña 3. Era un edificio construido con piedras marinas de todos los tipos. Olía a mar. Ese olor me recordaba a mi niñez, cuando iba a Almería con mis padres a ver a mi tío Peter. Era un hombre algo solitario pero muy gracioso que me enseñaba cosas sobre el mar. Tenía una barbita marrón y unos ojos verdes que irradiaban sabiduría. Lo que más recuerdo de él era que siempre vestía una camisa hawaiana y llevaba su gorro de pesca bajo el brazo. Todos los días le iba a ver y nos íbamos juntos a un acantilado, donde me contaba viejas historias sobre héroes griegos. Me apasionaban todos aquellos relatos, así que un día le pedí que me enseñara a luchar como mi héroe griego favorito, Teseo. Mi tío Peter hablaba tan bien de él, que me dio mucha envidia y quise ser como él. En un primer momento, se rió de mí, pero me enfadé tanto que al final accedió. Me trajo un arco y descubrí que clavar flechas no era lo mío, no tenía puntería. Me trajo también lanzas, cuchillos, discos... Nada, era un desastre con todos. Al final, me trajo una espada verde que reflejaba el mar. Si te fijabas bien, podías observar pequeñas olas en el filo de la hoja. Ésa era mi arma favorita. Bueno, más que favorita, era el único arma que sabía manejar con destreza.
Me enseñó ciertos movimientos, pero un día vino muy serio y me dijo que no sería jamás una heroína. Que era muy patosa y no servía para nada, un estorbo. Empecé a llorar y tiré la espada que me regaló por el acantilado. Se hundió en el agua. Entonces vino un águila y mi tío se puso rígido. Me miró de soslayo y me empujó por el acantilado. Caí al agua estrepitosamente. Al principio pensé que iba a morir ahogada pero luego me di cuenta de que podía respirar con normalidad. Estuve un rato así, meditando, cuando aparecieron unas mujeres azules con pelo negro que me llevaron a la superficie. Desde entonces, no me he vuelto a acercar a una playa aunque un sexto sentido me decía que aquel era mi hogar.
Entré en el edificio y vi que me esperaba aquel chico de ojos verdes, Percy. Stephany se alejó y me quedé sola en la cabaña con él.
- Bueno, bienvenida. Esta es la cabaña de Poseidón. Perdona el desastre, es que no he tenido tiempo de... eh, ya sabes, recoger.
Tenía razón, la cabaña estaba hecha un desastre. Ropa tirada, armas en los rincones...
- Bueno, se parece un poco a mi habitación.- Sonreí.
- Habrá que ordenarla antes de que venga Pipper. Es la que se encarga de pasar la revisión, y si ve que la cabaña está hecha un asco, seguro que nos pone baja puntuación y luego nos tocan las tareas más desagradables...
Le miré con cara de : ¿Eing?
- Pipper es la chica que se pasa por todas las cabañas para asegurarse de que está todo ordenado. Si obtienes alta puntuación, tendrás "recompensa", si no, te tocará limpiar las cuadras de los pegasos.
- Uf, no suena bien eso.
- Créeme, no lo es. Qué bien que estás aquí, ya no estaré tan solo. Desde que mi hermano - Se corrigió-, nuestro hermano Tyson se fue a las fraguas de los cíclopes, oigo ruidos extraños por la noche.
Nos reímos.
- ¿Tyson es un cíclope? ¿Tiene un solo ojo de verdad?
- Sí. A veces, cuando los Dioses bajan a la Tierra, se enamoran de seres mitológicos y de ellos salen, pues por ejemplo, los cíclopes.
Hubo un silencio incómodo.
- Ten, ropa limpia. Cuando te cambies, recogemos esto un poco y vamos a comer, ¿vale?- Se frotó el pelo negro y salió de la estancia. Me puse la camiseta naranja y los shorts vaqueros. Luego me hice una coleta y me lavé la cara. Ya estaba lista.
LRA
Me enseñó ciertos movimientos, pero un día vino muy serio y me dijo que no sería jamás una heroína. Que era muy patosa y no servía para nada, un estorbo. Empecé a llorar y tiré la espada que me regaló por el acantilado. Se hundió en el agua. Entonces vino un águila y mi tío se puso rígido. Me miró de soslayo y me empujó por el acantilado. Caí al agua estrepitosamente. Al principio pensé que iba a morir ahogada pero luego me di cuenta de que podía respirar con normalidad. Estuve un rato así, meditando, cuando aparecieron unas mujeres azules con pelo negro que me llevaron a la superficie. Desde entonces, no me he vuelto a acercar a una playa aunque un sexto sentido me decía que aquel era mi hogar.
Entré en el edificio y vi que me esperaba aquel chico de ojos verdes, Percy. Stephany se alejó y me quedé sola en la cabaña con él.
- Bueno, bienvenida. Esta es la cabaña de Poseidón. Perdona el desastre, es que no he tenido tiempo de... eh, ya sabes, recoger.
Tenía razón, la cabaña estaba hecha un desastre. Ropa tirada, armas en los rincones...
- Bueno, se parece un poco a mi habitación.- Sonreí.
- Habrá que ordenarla antes de que venga Pipper. Es la que se encarga de pasar la revisión, y si ve que la cabaña está hecha un asco, seguro que nos pone baja puntuación y luego nos tocan las tareas más desagradables...
Le miré con cara de : ¿Eing?
- Pipper es la chica que se pasa por todas las cabañas para asegurarse de que está todo ordenado. Si obtienes alta puntuación, tendrás "recompensa", si no, te tocará limpiar las cuadras de los pegasos.
- Uf, no suena bien eso.
- Créeme, no lo es. Qué bien que estás aquí, ya no estaré tan solo. Desde que mi hermano - Se corrigió-, nuestro hermano Tyson se fue a las fraguas de los cíclopes, oigo ruidos extraños por la noche.
Nos reímos.
- ¿Tyson es un cíclope? ¿Tiene un solo ojo de verdad?
- Sí. A veces, cuando los Dioses bajan a la Tierra, se enamoran de seres mitológicos y de ellos salen, pues por ejemplo, los cíclopes.
Hubo un silencio incómodo.
- Ten, ropa limpia. Cuando te cambies, recogemos esto un poco y vamos a comer, ¿vale?- Se frotó el pelo negro y salió de la estancia. Me puse la camiseta naranja y los shorts vaqueros. Luego me hice una coleta y me lavé la cara. Ya estaba lista.
LRA
sábado, 16 de febrero de 2013
II Stephany
Bueno… y yo que creía que mi vida ya era bastante extraña.
Por lo menos me han quitado un peso de encima. Me costaba mucho esconderle mi
secreto a Laura. En fin, a ver como os la describo… Bueno, ella es más alta que
yo, y tiene unos cálidos ojos marrones. Su cara está rodeada de una cascada de
pelo castaño chocolate. Normalmente es muy tranquila, pero también puede
enfadarse de verdad.
- Oye, Quirón, habría que darle el tour por el
campamento –dijo Percy cuando nos levantamos.
- Em, si claro. ¿Quién se encarga?
- Yo, por supuesto, –respondí cuando me recupere
de la sorpresa- después de todo es mi mejor amiga.
-Está bien.
-Venga Laura, -la cogí del brazo- Te voy a
enseñar el campamento.
Seguimos andando hasta llegar a la zona de cabañas.
-¿Cuántas cabañas hay?
-20 en total. Aunque inicialmente había doce
cabañas, las más importantes, las de los olímpicos.
-Vale, aquí llega la parte difícil. A ver… has
visto a los monstruos que nos atacado.
-Sí.
-La… ¿mitología griega?
-No, no, ni hablar. Y además… ¿a qué te refieres
con nosotros?
-Qué no, es imposible. ¿Además tú de quien serías
hija?
-Cabaña 6.
Le enseñe todo Campamento Mestizo y poco a poco ella iba
entrando en razón. Supongo que después de un día como el nuestro no sería tan difícil
de creer.
Después de comprobar que Percy estaba en la cabaña y que
ayudaría a mi amiga, me dirigí a la mía. Al entrar todos se estaban preparando
para comer, así que me puse ropa limpia (por culpa de la pelea con las gorgonas
mi ropa era un desastre) y me uní a los
demás.
- Buen trabajo, Stephany –me dijo Annabeth- Aun
así, hoy habrá reunión de las cabañas, sería mejor que vinieras.
-Vale.
Dicho esto la cabaña entera se dirigió al comedor.
Pececito Rosa
Pececito Rosa
jueves, 14 de febrero de 2013
I Laura
Me llamo Laura, y acabo de descubrir que soy una semidiosa. Sí, resulta algo descabellado, pero es cierto, os lo aseguro. ¿No me creéis? Claro que no, obvio. Yo tampoco me lo creí en aquel momento, hasta que un símbolo apareció flotando sobre mi cabeza.
Vale, empezaré por el principio porque parecéis algo perdidos.
Estaba en clase de biología, analizando cruces genéticos cuando de repente, el profesor se desmayó en medio de la clase. Guay, ¿no? Se cayó al suelo en un segundo y los demás alumnos le imitaron. En unos momentos, todo el mundo estaba dormido menos Stephany y yo. Todos dormidos sobre los pupitres con la baba colgando.
- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué están todos dormidos?
Stephany me miró con asombro por un momento.
- ¿Y tú por qué no estás dormida?
- ¿Qué?- No entendía nada.
- Oh, mierda. Eso quiere decir que... Pf, menos mal que estoy aquí. ¿Cómo no me he dado cuenta antes?- Murmuró.
Mi amiga Stephany era peruana. Una chica muy positiva y alegre, pero seria cuando la situación lo requería. Era bajita y muy simpática. Sus pequeños ojos oscuros tenían un brillo inteligente que desparramaban felicidad y su pelo negro contrastaba con su piel tostada y sus blancos dientes.
Sí, era mi mejor amiga y nos conocíamos desde hace algunos años. Hacía cosas raras de vez en cuando, cosas que no tenían lógica alguna, pero no le daba demasiada importancia porque yo también las hacía, salvo la que hizo aquel día. Sacó de la mochila un cuchillo enfundado en una envoltura de cuero y se lo ató a la cintura. Lo desenfundó y me dijo:
- Vamos, hay que salir de aquí cuanto antes.
- Pero, ¿por qué? Estoy flipando, ¿por qué están dormidos? Y, y, ¿por qué tienes un cuchillo guardado en la mochila?
- Es algo complicado, Laura, pero tienes que prometerme que no harás más preguntas hasta que lleguemos al campamento. Eso nos retrasaría y nos pondría en peligro. Hay que avisar a Quirón.
- ¿A quién?
- A... Oye, ¿qué es lo que acabo de decirte?- Empezó a teclear con su móvil.
- Perdón.- Y me callé. La seguí por el pasillo y bajamos las escaleras a toda prisa. Salimos al patio central donde unas horrendas criaturas estaban en el centro del pavimento. Eran... Buah, horrorosas. Tenían las piernas recubiertas de escamas y garras en lugar de uñas. Unos afilados colmillos se asomaban de sus bocas y unas alas doradas les crecían de la espalda. Su pelo era un nido de serpientes. Literalmente hablando, tenían serpientes en vez de pelo.
Me quedé sin respiración. Los músculos del cuerpo se me paralizaron.
- Gorgonas. Lo que nos faltaba. Espero que vengan pronto los refuerzos.
Una de las criaturas nos vio y voló hacia nosotras.
- Uh... Qué delicioso manjar... Dos semidiosas por aquí - Me miró- . Te llevamos buscando años jovencita. Zeus nos envía para que acabemos contigo.
Sí, vamos, algo lógico. Que salgas del instituto, te encuentres con estos bichos y te digan: "Eh, maja, que vamos a matarte, ¿vale?"
- Em... yo...
- Atrás.- Stephany se puso en medio y blandió su cuchillo con fiereza. La educación física nunca se le dio muy bien, pero no veas cómo agitaba su cuchillo. Me dio miedo.
- Jaja, ¿qué piensas hacer con eso hija de Atenea?
Lanzó un cuchillazo y le dio un tajo en el brazo. La gorgona chilló y se enfureció. Como consecuencia, la otra también vino y se lanzó sobre mí. Yo corrí hacia las fuentes, que estaban en el lado opuesto del patio. Me acorraló en una esquina e intenté esquivar los golpes, pero cada vez estaba más y más asustada. La adrenalina corría por mis venas, y al protegerme de uno de sus ataques, las fuentes de agua explotaron y se llevaron volando a la gorgona. Miré a mi alrededor y no vi a nadie. Fiu, gracias a Dios. Stephany me miraba con cara de espanto.La otra gorgona aprovechó su desconcierto para atacarla y cayeron al suelo. Fui a ayudarla cuando alguien me agarró del brazo.
- Espera. Déjamela a mí - Era un chico alto y robusto con una camiseta naranja. Blandía una espada dorada e iba acompañado de una chica rubia con ojos grises-. Nico, encárgate de ella.
El chico me lanzó un objeto que pillé al vuelo y se fue con la chica a ayudar a Stephany y yo me quedé allí sola preguntándome quién sería Nico. Entonces apareció una sombra que empezó a materializarse hasta convertirse en un chico algo mayor que yo con el pelo negro y ojos oscuros. Su tez era muy pálida, como la mía. Era atractivo.
- Nico, ¿verdad?
- El mismo. Ven, no vayan a verte.
Fui donde me dijo y observé el objeto que me había lanzado: un rotulador. ¿Para qué servía?
- Te aconsejo que lo destapes solo en caso de emergencia.- Claro, un rotu me iba a salvar la vida.
Miré hacia la pelea y vi convertirse a la gorgona en polvo dorado. Las tres figuras se dirigieron a nuestro escondite.
- ¿Qué es lo que ha pasado exactamente?- Preguntó el chico. Tenía unos ojos verdes profundos.
- Pues - empezó Stephany-, estábamos en clase cuando se durmieron todos excepto Laura y yo. Entonces pensé que quizá ella podría ser como nosotros. No le afectó la niebla de las gorgonas, y además, hizo desaparecer a una. No estoy muy segura de cómo lo hizo, pero seguro que es una semidiosa. Además, está el hecho de que la gorgona la estaba buscando por encargo de Zeus... No, eso no suena muy bien.
- No, la verdad es que no - Respondió la chica rubia-. ¿Cómo conseguiste derrotar a la gorgona, em...?
- Laura. Pues no lo sé. Me acorraló y alguien explotó las fuentes de agua. Salió disparada.- Dije.
Todos miraron al chico. No sé por qué, pero me resultaba familiar.
- Percy, ¿lo hiciste tú?- Dijo Nico. Ohm, así que se llamaba Percy...
- No, no fui yo.- Entonces todas las miradas se clavaron en mí.
- ¿Quién eres?- Preguntó la chica rubia.
- Pues me llamo Laura, tengo 15 años, estudio aquí... No sé, mi vida era normal hasta hace unos minutos.
- Qué raro Annabeth. ¿Sabes qué puede estar pasando?
La chica negó con la cabeza y dijo:
- Hay que avisar a Quirón.
Nos fuimos del instituto y llegamos hasta un bosque. Nos internamos en él y anduvimos un rato hasta llegar al Campamento Mestizo.
Justo al entrar, nos recibió un hombre medio humano, medio caballo.
- Un centauro...- Susurré.
- ¿Cómo lo has sabido?- Preguntó Stephany.
- No lo sé.- Admití.
- Quirón, hemos encontrado a alguien nuevo - Me señaló-. Por poco la perdemos de no ser por Stephany.
Entonces una luz azulada apareció de repente en mi cabeza. Miré hacia la luz y apareció un holograma de un tridente. Todos se quedaron sin aliento y me miraron asombrados.
- ¿Qué está pasando?- Pregunté con miedo.
- Tu padre te reclama.
-¿Mi padre?
- Poseidón - repuso Quirón-. Sacudidor de las tierras, portador de tormentas, padre de los caballos. Salve, Laura Ward, hija del dios del mar.
Todos hicieron una inclinación y Percy me miró con curiosidad.
LRA
Vale, empezaré por el principio porque parecéis algo perdidos.
Estaba en clase de biología, analizando cruces genéticos cuando de repente, el profesor se desmayó en medio de la clase. Guay, ¿no? Se cayó al suelo en un segundo y los demás alumnos le imitaron. En unos momentos, todo el mundo estaba dormido menos Stephany y yo. Todos dormidos sobre los pupitres con la baba colgando.
- ¿Qué ha pasado? ¿Por qué están todos dormidos?
Stephany me miró con asombro por un momento.
- ¿Y tú por qué no estás dormida?
- ¿Qué?- No entendía nada.
- Oh, mierda. Eso quiere decir que... Pf, menos mal que estoy aquí. ¿Cómo no me he dado cuenta antes?- Murmuró.
Mi amiga Stephany era peruana. Una chica muy positiva y alegre, pero seria cuando la situación lo requería. Era bajita y muy simpática. Sus pequeños ojos oscuros tenían un brillo inteligente que desparramaban felicidad y su pelo negro contrastaba con su piel tostada y sus blancos dientes.
Sí, era mi mejor amiga y nos conocíamos desde hace algunos años. Hacía cosas raras de vez en cuando, cosas que no tenían lógica alguna, pero no le daba demasiada importancia porque yo también las hacía, salvo la que hizo aquel día. Sacó de la mochila un cuchillo enfundado en una envoltura de cuero y se lo ató a la cintura. Lo desenfundó y me dijo:
- Vamos, hay que salir de aquí cuanto antes.
- Pero, ¿por qué? Estoy flipando, ¿por qué están dormidos? Y, y, ¿por qué tienes un cuchillo guardado en la mochila?
- Es algo complicado, Laura, pero tienes que prometerme que no harás más preguntas hasta que lleguemos al campamento. Eso nos retrasaría y nos pondría en peligro. Hay que avisar a Quirón.
- ¿A quién?
- A... Oye, ¿qué es lo que acabo de decirte?- Empezó a teclear con su móvil.
- Perdón.- Y me callé. La seguí por el pasillo y bajamos las escaleras a toda prisa. Salimos al patio central donde unas horrendas criaturas estaban en el centro del pavimento. Eran... Buah, horrorosas. Tenían las piernas recubiertas de escamas y garras en lugar de uñas. Unos afilados colmillos se asomaban de sus bocas y unas alas doradas les crecían de la espalda. Su pelo era un nido de serpientes. Literalmente hablando, tenían serpientes en vez de pelo.
Me quedé sin respiración. Los músculos del cuerpo se me paralizaron.
- Gorgonas. Lo que nos faltaba. Espero que vengan pronto los refuerzos.
Una de las criaturas nos vio y voló hacia nosotras.
- Uh... Qué delicioso manjar... Dos semidiosas por aquí - Me miró- . Te llevamos buscando años jovencita. Zeus nos envía para que acabemos contigo.
Sí, vamos, algo lógico. Que salgas del instituto, te encuentres con estos bichos y te digan: "Eh, maja, que vamos a matarte, ¿vale?"
- Em... yo...
- Atrás.- Stephany se puso en medio y blandió su cuchillo con fiereza. La educación física nunca se le dio muy bien, pero no veas cómo agitaba su cuchillo. Me dio miedo.
- Jaja, ¿qué piensas hacer con eso hija de Atenea?
Lanzó un cuchillazo y le dio un tajo en el brazo. La gorgona chilló y se enfureció. Como consecuencia, la otra también vino y se lanzó sobre mí. Yo corrí hacia las fuentes, que estaban en el lado opuesto del patio. Me acorraló en una esquina e intenté esquivar los golpes, pero cada vez estaba más y más asustada. La adrenalina corría por mis venas, y al protegerme de uno de sus ataques, las fuentes de agua explotaron y se llevaron volando a la gorgona. Miré a mi alrededor y no vi a nadie. Fiu, gracias a Dios. Stephany me miraba con cara de espanto.La otra gorgona aprovechó su desconcierto para atacarla y cayeron al suelo. Fui a ayudarla cuando alguien me agarró del brazo.
- Espera. Déjamela a mí - Era un chico alto y robusto con una camiseta naranja. Blandía una espada dorada e iba acompañado de una chica rubia con ojos grises-. Nico, encárgate de ella.
El chico me lanzó un objeto que pillé al vuelo y se fue con la chica a ayudar a Stephany y yo me quedé allí sola preguntándome quién sería Nico. Entonces apareció una sombra que empezó a materializarse hasta convertirse en un chico algo mayor que yo con el pelo negro y ojos oscuros. Su tez era muy pálida, como la mía. Era atractivo.
- Nico, ¿verdad?
- El mismo. Ven, no vayan a verte.
Fui donde me dijo y observé el objeto que me había lanzado: un rotulador. ¿Para qué servía?
- Te aconsejo que lo destapes solo en caso de emergencia.- Claro, un rotu me iba a salvar la vida.
Miré hacia la pelea y vi convertirse a la gorgona en polvo dorado. Las tres figuras se dirigieron a nuestro escondite.
- ¿Qué es lo que ha pasado exactamente?- Preguntó el chico. Tenía unos ojos verdes profundos.
- Pues - empezó Stephany-, estábamos en clase cuando se durmieron todos excepto Laura y yo. Entonces pensé que quizá ella podría ser como nosotros. No le afectó la niebla de las gorgonas, y además, hizo desaparecer a una. No estoy muy segura de cómo lo hizo, pero seguro que es una semidiosa. Además, está el hecho de que la gorgona la estaba buscando por encargo de Zeus... No, eso no suena muy bien.
- No, la verdad es que no - Respondió la chica rubia-. ¿Cómo conseguiste derrotar a la gorgona, em...?
- Laura. Pues no lo sé. Me acorraló y alguien explotó las fuentes de agua. Salió disparada.- Dije.
Todos miraron al chico. No sé por qué, pero me resultaba familiar.
- Percy, ¿lo hiciste tú?- Dijo Nico. Ohm, así que se llamaba Percy...
- No, no fui yo.- Entonces todas las miradas se clavaron en mí.
- ¿Quién eres?- Preguntó la chica rubia.
- Pues me llamo Laura, tengo 15 años, estudio aquí... No sé, mi vida era normal hasta hace unos minutos.
- Qué raro Annabeth. ¿Sabes qué puede estar pasando?
La chica negó con la cabeza y dijo:
- Hay que avisar a Quirón.
Nos fuimos del instituto y llegamos hasta un bosque. Nos internamos en él y anduvimos un rato hasta llegar al Campamento Mestizo.
Justo al entrar, nos recibió un hombre medio humano, medio caballo.
- Un centauro...- Susurré.
- ¿Cómo lo has sabido?- Preguntó Stephany.
- No lo sé.- Admití.
- Quirón, hemos encontrado a alguien nuevo - Me señaló-. Por poco la perdemos de no ser por Stephany.
Entonces una luz azulada apareció de repente en mi cabeza. Miré hacia la luz y apareció un holograma de un tridente. Todos se quedaron sin aliento y me miraron asombrados.
- ¿Qué está pasando?- Pregunté con miedo.
- Tu padre te reclama.
-¿Mi padre?
- Poseidón - repuso Quirón-. Sacudidor de las tierras, portador de tormentas, padre de los caballos. Salve, Laura Ward, hija del dios del mar.
Todos hicieron una inclinación y Percy me miró con curiosidad.
LRA
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