jueves, 21 de febrero de 2013

VII Laura

Empecé a hacer pequeños remolinos flotantes que formaban figurillas como osos, lobos o búhos.
- Increíble.- Susurró Nico.
Le miré extrañada.
- Acabas de descubrir que eres hija de Poseidón y ya sabes ejercer poder sobre el agua. Hasta Percy tardó más.
- ¿Te refieres a las formas que creo? Sí, bueno, de hecho, ya lo hacía desde pequeña, pero lo mantenía en secreto. No sé, pensé que si lo decía parecería un bicho raro.- Le expliqué.
- ¿Bicho raro?- Se rio-. ¿Y se lo dices a un chico que viaja al inframundo?
- Bueno, dicho así...- Empecé a reirme cuando de repente, escuchamos un grito en el bosque.
Nos levantamos y corrimos hacia el grito. Corrimos tras el sonido, esquivando árboles y arbustos hasta que encontramos a Stephany. Fue ella la que pegó el grito. Había un enorme monstruo con cuernos en frente de nosotros. Mi amiga le esquivaba como podía, pero no podía herirle. Me quité el anillo instintivamente para ver cómo se tornaba en mi espada y atacar a aquel monstruo. Nico desenfundó su espada negra y arremetió contra el monstruo. Le hizo algunos cortes, pero no logró acabar con él. Pronto aquel toro enorme le clavó el cuerno en el costado de Nico. Empezó a gritar de dolor y cayó al suelo. Mierda, ahora solo estábamos Stephany y yo. Y solo yo tenía arma.
- Oye, Steph, ¿por qué no te dejo el arma y le das tú?
- Ni lo pienses, soy pésima con espadas. Mi fuerte son los cuchillos.
Me mordí el labio inferior y me acerqué al monstruo. Le ataqué por el falco derecho y conseguí herirle un poco, pero pareció no notarlo. Me empujó contra un árbol y empecé a ver borroso. Me levanté con dificultad del suelo. Tenía las manos magulladas. Así el arma y me volví a acercar al toro. Por suerte, Stephany estaba entreteniéndolo. Era ágil. Me acerqué sigilosamente por detrás y le clavé la espada en la columna. El monstruo aulló de dolor y cayó de rodillas. Giró la cabeza tan rápidamente que salí despedida por uno de sus cuernos, que me hirió en el muslo. El monstruo se deshizo en polvo y mi espada cayó al suelo.
Rodé sobre el musgo con estrépito. Me encontraba fatal. Me dolía todo el cuerpo.
- ¡Laura! - Mi amiga vino y se me acercó-. ¿Estás bien? Tengo que encontrar a alguien. ¡Ayuda! Nico está inconsciente.
Me concentré en llamar a Percy. Quizá fuese algún otro poder guay el de poder llamarse entre hermanos. Me concentré todo lo que pude y con las únicas fuerzas que me quedaban.
No sucedió nada. Me cachis.
- Stephany, ve a avisar a alguien. Yo me quedo cuidando de Nico. No estoy... tan mal.- La herida del muslo  seguía sangrando.
- Está bien, no tardo.- Y salió corriendo, pese a que odiaba correr.
Fui deslizándome por el suelo hasta el cuerpo inerte de Nico. Estaba más pálido aún de lo que acostumbraba a estar y la camiseta negra que llevaba estaba pegajosa. Se la levanté con cuidado para examinar la herida y vi que tenía una herida bastante profunda en el estómago. Intenté taponarle la herida con las manos, y observé que volvía a llevar el anillo. Magia, pensé.
Eso era. Ya está. Me concentré en el río que había cerca. Al fin y al cabo, apenas estaba a unos metros, y las filtraciones de agua eran bastante abundantes. Cerré los ojos, me concentré y sentí un tirón en el estómago. El agua del río vino hacia mí y dejé que nos empapase lentamente. A mí me cerró la herida del muslo al instante y me fortaleció considerablemente. A Nico, apenas le limpió la herida. Jope, solo funcionaba conmigo. Esperé a que viniese Stephany, pero estaba tardando mucho, ¿qué pasaba? De pronto se oyeron unas pisadas a nuestras espaldas. Eran Percy y Annabeth.
- Oh, gracias a los Dioses. Habéis venido.
- Sí, no sé cómo, pero he sentido que tú...- Me dijo Percy.
- Llamada, sí. Funcionó.- Sonreí a mis adentros.
- ¡Nico!- Exclamó Annabeth-. ¿Qué ha pasado Laura?
- Pues, escuchamos un grito de Stephany y fuimos a ayudarla. Estaba desarmada y con un toro-monstruo persiguiéndola. A Nico le clavó un cuerno en el estómago cuando arremetió contra él y a mí en el muslo cuando cubría a mi amiga, pero al final conseguí clavarle la espada y se deshizo.- Todo esto, lo contaba mientras Annabeth le daba como una especie de pastel a Nico. La herida empezó a cicatrizarse.
- Annabeth, ¿qué hacía un minotauro en el campamento?- Preguntó Percy.
- Están pasando cosas muy extrañas últimamente. - Nico abrió los ojos y se reincorporó tosiendo-. Ten, Laura.- Me tendió un trozo de pastel.
- ¿Y para qué sirve?- Le pregunté.
- Sirve para sanar.
- Pero si estoy bien.- Le dije.
- Acabas de decirnos que el minotauro te hirió en el muslo, ¿no?
- Ehm... Sí, pero me curé la herida.
- ¿Cómo?- Preguntó Pecy.
- Bueno, convoqué al agua del río y las heridas empezaron a sanar en el instante en el que mi piel tocó el agua.
Percy sonrió:
- ¡A que mola! Ese es mi truco favorito. El agua nos fortalece. Ventajas de ser el hijo del dios del mar.
- Siento aguaros la fiesta, pero, ¿y Stephany? Dijiste que estaba contigo, debería haber vuelto ya. Está anocheciendo.
- Fue a buscar ayuda, pero hace mucho que no viene, ¿qué le habrá pasado?



LRA

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