lunes, 18 de febrero de 2013

IV Stephany


Después de la comida, me reuní de nuevo con Laura.
- Deberías llamar a tu madre. Estará preocupada por ti. Los teléfonos no están permitidos, por que llamar es peligroso para nosotros, pero los de Hermes tienen siempre alguno.
- Si es tan peligroso, ¿no podría mandarle un correo o algo?
- Es igual de peligroso, navegar por internet y tal, pero este campamento está protegido. No te preocupes. Toma, por ahora utiliza el mío.
Le deje espacio para que hablara. Yo también debería llamar a mi padre. Pero si le decía que me habían atacado unos monstruos en el colegio, se preocuparía. Pensándolo bien estaría más preocupado si no llamo, creerá que he desaparecido.
- Gracias – Laura interrumpió mis pensamientos- Ya he terminado. Tú has llamado a casa.
- Emm, aun no. Luego llamaré a mi padre. En fin, ¿me parece que durante la pelea ya te han dado un arma no?
- ¿Esto? –Preguntó sacando el rotulador- Solo es un rotu.
- Ya,-sonreí-  destápalo.
- ¡Uau! ¿Pero qué…? – dijo, mirando perpleja la espada que sostenía.
- Es magia. Todos los semidioses debemos tener un arma, por si acaso nos atacan como hoy. Los cuchillos son fáciles de ocultar, pero… las espadas es un poco más complicado. Y ya no te cuento los escudos. Por eso los disfrazamos con magia. Pueden ser rotus, pulseras, peinetas, bolígrafos… Percy tiene a Contracorriente en forma de bolígrafo. Además una ventaja de las armas “camufladas” es que es imposible perderlas.
- Ahh... guay.
- Durante la comida habrás visto las mesas. Verás que todas tienen sus “peculiaridades”. Consejo: no te metas con los de Ares. En serio, no quieres tener problemas con ellos, por lo menos no hasta que sepas defenderte.  Cuidadito con las bromas de los de Hermes. Si algún día te gastan una broma, no dudes, es alguno de la cabaña 11. No entres nunca en la cabaña 15, Hipnos. Te dormirías y, créeme, es más peligroso de lo que parece. ¡Ah! Y no ensucies el bosque. Las dríadas se cabrean y si tiras algo un día de estos encontrarías tu cama llena de porquería. Deberías ir con Percy, supongo que Piper está empezando la inspección. Y ya lo último. Si toca a alguien de la cabaña de Afrodita, limpia muy bien, son los más quisquillosos y quisquillosas. Salvo quizá Piper, pero no creas.
- Vale, casi casi que necesitaría un cuaderno.
- Tranquila. Ahora me voy con mi cabaña, después de todo hay un horario y antes tengo que llamar a mi padre. Nos vemos luego, ¿vale?
- Claro.
Antes de llegar a mi cabaña, saqué el móvil y llame a mi padre.
Un timbre… dos… tr…
- ¡Stephany! Por fin. ¿Sabes cuánto rato llevo esperando que me llamaras? No volvías del instituto. ¿Qué ha pasado?
- Lo siento, papa. Hubo un problema durante la clase de biología y…
- Si, si me he enterado. Me lo temía. Dicen que ha habido un escape de gas en tu clase o algo así. Los encontraron a todos dormidos.
- Sí. Cosas de monstruos.
- ¿Dónde estás ahora?
- En el campamento.  Creo… creo que me quedare por aquí un tiempo. Por si acaso, ya sabes.
Mi padre se quedó un rato en silencio.
- Claro, llámame si hay alguna novedad.
- Vale, nos vemos, papa. Un beso.
- Besos.
Colgué. Mi padre debería empezar a acostumbrarse a los monstruos.

Pececito Rosa

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