domingo, 17 de febrero de 2013

III Laura

Después de haber hecho el recorrido turístico por el Campamento Mestizo, Stephany me dejó en la cabaña 3. Era un edificio construido con piedras marinas de todos los tipos. Olía a mar. Ese olor me recordaba a mi niñez, cuando iba a Almería con mis padres a ver a mi tío Peter. Era un hombre algo solitario pero muy gracioso que me enseñaba cosas sobre el mar. Tenía una barbita marrón y unos ojos verdes que irradiaban sabiduría. Lo que más recuerdo de él era que siempre vestía una camisa hawaiana y llevaba su gorro de pesca bajo el brazo. Todos los días le iba a ver y nos íbamos juntos a un acantilado, donde me contaba viejas historias sobre héroes griegos. Me apasionaban todos aquellos relatos, así que un día le pedí que me enseñara a luchar como mi héroe griego favorito, Teseo. Mi tío Peter hablaba tan bien de él, que me dio mucha envidia y quise ser como él. En un primer momento, se rió de mí, pero me enfadé tanto que al final accedió. Me trajo un arco y descubrí que clavar flechas no era lo mío, no tenía puntería. Me trajo también lanzas, cuchillos, discos... Nada, era un desastre con todos. Al final, me trajo una espada verde que reflejaba el mar. Si te fijabas bien, podías observar pequeñas olas en el filo de la hoja. Ésa era mi arma favorita. Bueno, más que favorita, era el único arma que sabía manejar con destreza.
Me enseñó ciertos movimientos, pero un día vino muy serio y me dijo que no sería jamás una heroína. Que era muy patosa y no servía para nada, un estorbo. Empecé a llorar y tiré la espada que me regaló por el acantilado. Se hundió en el agua. Entonces vino un águila y mi tío se puso rígido. Me miró de soslayo y me empujó por el acantilado. Caí al agua estrepitosamente. Al principio pensé que iba a morir ahogada pero luego me di cuenta de que podía respirar con normalidad. Estuve un rato así, meditando, cuando aparecieron unas mujeres azules con pelo negro que me llevaron a la superficie. Desde entonces, no me he vuelto a acercar a una playa aunque un sexto sentido me decía que aquel era mi hogar.

Entré en el edificio y vi que me esperaba aquel chico de ojos verdes, Percy. Stephany se alejó y me quedé sola en la cabaña con él.
- Bueno, bienvenida. Esta es la cabaña de Poseidón. Perdona el desastre, es que no he tenido tiempo de... eh, ya sabes, recoger.
Tenía razón, la cabaña estaba hecha un desastre. Ropa tirada, armas en los rincones...
- Bueno, se parece un poco a mi habitación.- Sonreí.
- Habrá que ordenarla antes de que venga Pipper. Es la que se encarga de pasar la revisión, y si ve que la cabaña está hecha un asco, seguro que nos pone baja puntuación y luego nos tocan las tareas más desagradables...
Le miré con cara de : ¿Eing?
- Pipper es la chica que se pasa por todas las cabañas para asegurarse de que está todo ordenado. Si obtienes alta puntuación, tendrás "recompensa", si no, te tocará limpiar las cuadras de los pegasos.
- Uf, no suena bien eso.
- Créeme, no lo es. Qué bien que estás aquí, ya no estaré tan solo. Desde que mi hermano - Se corrigió-, nuestro hermano Tyson se fue a las fraguas de los cíclopes, oigo ruidos extraños por la noche.
Nos reímos.
- ¿Tyson es un cíclope? ¿Tiene un solo ojo de verdad?
- Sí. A veces, cuando los Dioses bajan a la Tierra, se enamoran de seres mitológicos y de ellos salen, pues por ejemplo, los cíclopes.
Hubo un silencio incómodo.
- Ten, ropa limpia. Cuando te cambies, recogemos esto un poco y vamos a comer, ¿vale?- Se frotó el pelo negro y salió de la estancia. Me puse la camiseta naranja y los shorts vaqueros. Luego me hice una coleta y me lavé la cara. Ya estaba lista.

LRA

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